-El avión-

Como un gran pájaro de acero,
cruza el avión el cielo entero.

Aeroplano:
en mi mano
yo te quiero.

Yo quiero ser un buen piloto,
volar muy alto en el cielo ignoto.

Aeroplano:
en mi mano
ya te noto.
JAVIER VILAR




-La escalera automática-

En los grandes almacenes
es lo que me gusta más:
sube a todos sin esfuerzo,
¡Es un invento genial!
Las señoras cargadísimas
ya no pueden comprar más.
Los señores elegantes
van leyendo sin mirar.
Pones un pie en un peldaño
y no puedes volverte atrás.



   -Una carta es como un hada-     

Una carta es como un hada
o como un duende, un papel, casi nada,
que habla por mí
y se lleva mi voz lejos de aquí,
va adonde yo quiero.

Pasa ríos: el Ebro, el río Plata, el Duero,
atraviesa mares, cruza montañas, baja la mina,
vuela, corre, navega, camina;
y cuando llega no está nada cansada
como si la hubiese llevado en sus alas un hada.



El ciempiés ye-yé

Tanta pata y ningún brazo
¡qué bromazo!
Se me dobla el espinazo,
se me enredan al bailar.
¡Qué crueldad!
por delante y por detrás,
solo patas nada más.

Grandes sumas
me ofrecieron,
si futbolista prefiero ser,
pero quiero ser cantor
y tocar el saxofón
con la pata treinta y dos
en medio de la función.
GLORIA FUERTES


-Me lo contó el garabato-

Me contó un garabato,
que dibujé yo misma en el techo,
que el mundo más maltrecho
es el garabateado.
-Pero eso se ha acabado,
-me dijo el garabato.
-Yo ya he salido
¡suficiente tiempo allí he vivido!
Ya me he hartado
de no ser respetado.
En vez de irme allí
me quedaré adornando.

Al cabo de un rato lo ve mi mamá,
¡con qué fuerza frotaba!
y, a pesar de su insistencia
el garabato no despertaba.
 Por fin dio por perdida la limpieza,
riñéndome a mí
por haberle creado.
¡Ay…! ¡garabato amado!
R.



-Marinero en tierra-

Si yo nací campesino,
si yo nací marinero,
¿por qué me tenéis aquí,
si este aquí yo no lo quiero?

El mejor día, ciudad
a quien jamás he querido
el mejor día-¡Silencio!-
habré desaparecido.
RAFAEL ALBERTI



-El negro pez-

Érase una vez
en un azul mar
un negro pez.

Negro, negro era
y, si miento es que no
existe la primavera.

Un grupo de rojos peces,
le había aceptado.

Un día, sin embargo,
vino, como por encargo
el señor atún hambriento,
y, en menos tiempo
del que aquí te cuento
se convirtieron en su alimento.

Solo logró escapar
gracias a su poderoso nadar
fue nuestro negro pez.

Se fue muy asustado
al transparente fondo marino.

Allí vio mil y una maravillas
(que no voy a contar
dado a que el tiempo parece volar).

En lo más bajo del mar
se encontró con otro grupo de rojos peces
que no se atrevían a salir
-¡Así no podéis estar!
¡Algún plan habrá que idear!
Les enseño a nadar en grupo
haciendo un gran pez.

Cuando estuvieron preparados,
salieron de una vez.

Y nuestro negro pez
fue el ojo del más enorme pez formado
que nunca el océano había cruzado.

R.

Comentarios

Entradas populares